lunes, 5 de noviembre de 2012

Finisterre - Santiago de Compostela - Madrid. Domingo 30/09/2012

Me permito el lujo de dormir un poco más que en otras ocasiones, pero no mucho. A las 08.00 nos activamos, preparamos un desayuno contundente a base de huevos y tostadas; mientras el sol hace su aparición por el horizonte recogemos nuestras cosas y emprendemos marcha hacia la estación de autobuses. A las 09.15 ya hay una larga cola esperando a que se abran las puertas. Le digo a Lydia que comente al conductor que tenemos la vuelta cerrada para que nos dejen avanzar posiciones en la fila; mientras Álex y yo guardamos las mochilas en la parte baja del bus.




Nos acomodamos dónde podemos, pero no hay sitio para todos en la parte derecha del vehículo, que es la que ofrecerá las vistas al mar. Me siento justo en la última fila y por la ventanilla veo como hay gente que se queda sin plaza, tendrán que esperar al siguiente bus; aunque tengas billete de vuelta comprado y pagado o llegas temprano o el autobús se puede llenar y no conseguir asiento. Con algo de retraso nos ponemos en marcha, son las 09.30 pasadas.

Con la cabeza apoyada en la ventanilla dejo que la vista se pierda en el horizonte, en los acantilados de la Costa da Morte, en la extraña quietud de estas aguas conocidas por su bravura. Es la misma quietud que encuentro en mi interior, no hay nada que me preocupe, no hay nada que me atormente. Ausculto mis recuerdos y pienso en la gente que ha significado y significa algo en mi vida. No me olvido de nadie.

Son casi las doce del mediodía cuando el bus hace su entrada en las dársenas de la estación de Santiago. Las chicas quieren su ración diaria de cafeína y hacemos una parada técnica en la Cafetería O Parlamento (Rúa de Pastoriza, 9). Pasamos por el Mercado de Abastos de Santiago tratando de probar suerte por si estuviera abierto comer allí: Antonio nos narró sus experiencias en este lugar, eliges tu marisco en la pescadería y en un bar contiguo (a cambio de un porcentaje del precio de los productos) te los cocinan y los degustas acompañados de vino de la tierra. Pero la suerte nos resulta esquiva en esta ocasión; el domingo el mercado permanece cerrado.

Las callejuelas estrechas del centro histórico nos llevan hasta la Plaza del Obradoiro. Tenemos que esperar un rato a que termine la misa del Peregrino para poder entrar en su interior y acompañar a Ira y Natasha en su visita al lugar sagrado.


 

Buscamos un sitio cercano para tomar unas cervezas y lo encontramos en el Restaurante San Clemente. Y mira tú por dónde, cuando estamos sentados tranquilamente dentro del local, hace su aparición nuestro viejo amigo Sandokan, con la misma indumentaria y aspecto que le hemos conocido a lo largo del Camino. Inmortalizamos el encuentro en forma de fotografía, seguro que cada vez que la veamos recordamos los grandes momentos de risas que nos proporcionó en nuestro Primitivo.



Nos pasamos a la terraza del local contiguo, Croques Bar, ya sabía de primera mano que servía Pilsner Urquell de tirador (es raro que te sirvan una cerveza checa así en España). Picamos algo, no nos termina de agradar el trato y las raciones que nos sirven, pero no nos importa en exceso. Sentados en la calle, bajo el sol y con el incomparable marco de la catedral de fondo, tenemos la mente puesta en la despedida inminente y en llegar a la estación de tren a tiempo.


Los mapas de Santiago (al menos los que reparten en las oficinas de turismo) no están a escala, y a esa conclusión llegamos cuando vemos en un callejero de la ciudad de gran tamaño la distancia que separa la catedral de la estación de trenes. Sin tiempo para despedidas dilatadas y emotivas decimos adiós a Lydia y Álex que todavía se quedan un par de días más en Santiago y tomamos un taxi que nos deja en la entrada del edificio de viajeros.

En las máquinas del vestíbulo, con el localizador en la mano, imprimo los billetes para Ira y Natasha. Aún tenemos un percance más; el billete de Natasha lo sacó con un descuento por ser menor de 26 años, pero no tiene tarjeta de estudiante que lo acredite (el pasaporte no lo aceptan) y el operario de Renfe que controla el acceso a las vías no le permite el paso. Debido a la barrera idiomática le pido permiso para acompañar a Natasha a las ventanillas de venta y explico el problema para que le expidan un billete válido una vez abonada la diferencia.

Cuando llegamos a la plataforma de los andenes, dónde Ira nos espera con las mochilas, el tren hace su entrada en la estación; lo hemos conseguido apurando el tiempo hasta el último momento. El viaje de vuelta tiene ese sabor de cierta amargura, de nostalgia y a ello acompaña la caída de la tarde a medida que el convoy avanza por las yermas tierras de la meseta. Atrás han quedado los cielos azules y verdes prados gallegos y la negrura de la noche nos engulle.




Cuando llegamos a Madrid caminamos 10 minutos para recoger mi coche, aparcado cerca de la estación de Chamartín. Acerco a Ira y Natasha a su alojamiento del centro y me despido de ellas. Pensativo conduzco por la A-6 en dirección a casa. A estas horas el tráfico es muy fluido en contrapunto al hervidero de coches en que se convertirá esta carretera en apenas unas horas, cuando los pacientes conductores, entre los que estaré incluido, luchen por avanzar hacia sus trabajos a primera hora de la mañana, cuando el sol aún permanezca oculto. Y sin embargo no pienso en ello, en mi cabeza sólo hay sitio para los recuerdos inmediatos, los del Primitivo. Porque recordar es volver a vivir.



6 comentarios:

  1. Hola, me llamo Juan y soy de Almería, enhorabuena por el Camino y por el estupendo reportaje que has confeccionado, me has hecho revivirlo de nuevo, yo lo hice en 2011 y quedé prendado de la belleza de esta ruta. http://vimeo.com/38797266 El año pasado hice el Portugués desde Oporto y continué hasta Fisterra, también es un camino precioso que te recomiendo, este año en Octubre vuelvo de nuevo al Primitivo, como verás esto del camino engancha bastante.
    Un saludo cordial.

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    1. Gracias por seguir el relato de mi Primitivo, Juan. El Camino Portugués lo tengo en mente y espero poder tener tiempo para él. Este año de momento voy a intentar completar el Camino del Salvador (León-Oviedo) y el Camino Batzanés (Bayona-Pamplona). Al parecer son otras dos opciones en las que la belleza natural prima

      Un saludo!!!

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  2. Miguel, ha sido un placer leer tu relato del Primitivo.
    Yo lo hice hace 2 años, y he revivido muchos momentos a través de lo que cuentas del tuyo, ojalá la sensación de trascendencia que has experimentado se mantenga en tu vida cotidiana.
    Un abrazo, y Buen Camino

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    1. Gracias a ti por seguirlo hasta el final, nos vemos por esos senderos que llevan a cualquier sitio

      Un abrazo fuerte y Buen Camino!!!

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    2. EPALE, EXCELENTE CAMINO. Me animaste a realizarlo. Al terminar el relato: Mi camino a comenzado. Saludos

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    3. Ánimo!!! Recorrer el Camino es infinitamente mejor que verlo a través de una pantalla

      Saludos

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